Reportaje


Para quien quiera saber lo que es vivir


Porque muchas veces no valoramos lo que tenemos es bueno aprender de las experiencias de otros.

Antonio Ureche 
Muchas cosas son las que se viven a lo largo del tiempo, mucho tiempo el que se demora vivirlas y hay muchas personas que han vivido tiempos que pasan lentamente porque ese mismo tiempo los hacen esperar.
Hemos escuchado de historias de hombres luchadores, cuentos de hadas de amores que se creían imposibles y narraciones casi legendarias de pérdidas que no son perdidas, pues a lo largo de los años aquello perdido se llega a recuperar.
Tal vez hemos vivido en carne propia algo de lo que menciono, pero tal vez no.
Es probable que en algún momento usted mi querido lector se haya sentado en el patio de su casa a tomarse un sancocho de gallina, o en una terraza a tomarse una gaseosa o en la banca de un parque a solo sentir la brisa o mirar corretearse a los niños unos a otros y al mismo tiempo se sentó a hablar con su abuelo, con el vecino o un amigo.
También es posible que en alguna de esas ocasiones, en esas charlas inesperadas, o en esas conversaciones imprevistas, haya encontrado usted esa historia inspiradora que le permitió en algún momento pensar que sí es posible.
Y es que entre esas muchas casualidades de la vida eso fue lo que me paso a mí hace algún tiempo, cuando estaba en busca de una entrevista por el parque Simón Bolívar de Santa Marta, cuando vi a un hombre enfrascado en un zapato embolándolo con esmero, y aquella mujer que vendía limonadas en la esquina me dijo: “¿Quieres una entrevista?, pues ve y pídesela a Tarzán que ese si es buen conversador”.
Me acerqué y vi que es de piel morena, cabello rubio, ojos claros opacos, y mientras más me acercaba al caminar de un extremo al otro, más noté su arrugada piel, bastante trajinada y sus manos callosas y aquel informal vestir.
Al instante mismo después del saludo, comprobé que era cierto lo que aquella mujer de las limonadas afirmó sin ninguna duda, ya que este personaje si era un gran conversador, fuimos avanzando en la plática, me dijo su nombre: Antonio Ureche Fuentes. Ahí comenzó la historia.

Cuando se avivaron las palabras y los recuerdos comenzaron a correr
Este hombre nacido Carraipía el 5 de septiembre de 1948 a las cinco de la mañana y bautizado en Fonseca - La Guajira, guarda en sus entrañas miles de historias de su pasado, experiencias de sufrimiento y dolor que hoy lo convierten en una persona fuerte y sabia.
Desde 1952 afirma estar sufriendo, cuando apenas tenía cuatro años de edad, desde el momento que su padre lo dejó y a su madre le toco asumir el rol de ambos.
Frustrado por no poder cumplir su sueño de ser veterinario, y ni siquiera haber terminado el bachillerato este hombre sinónimo de superación se sumergió en el trabajo y la lectura para poder tener ese bagaje intelectual que hoy lo caracteriza.
Desde que tiene memoria afirma recordar haber tenido miles de trabajos: vendiendo chance, manejando camiones e incluso de maletero en Brasilia, entre muchos otros.
Siempre dice que: “lo de embolador era un hobbie, nunca lo pensó como un oficio para ganarse la vida pero el mundo da muchas vueltas y nunca se sabe a dónde se puede llegar”.


Cuando inició a florecer el amor y sus frutos
Antonio Ureche en la parte trasera del
 Banco de La República de Santa Marta  
Recuerda que entre uno de esos viajes con Brasilia se quedó a vivir en Bucaramanga donde conoció a una mujer en un bar, una chica con la que siempre hablaba, la misma chica que un día cuando iba entrando al establecimiento era golpeada por un hombre que le gritaba que era una mujerzuela, porque habían tenido algo y de repente terminó.
Antonio cuenta que vio la escena y se llenó de coraje para pelear con “ese machista”, y acto seguido le dio unos cuantos puños y patadas. Él también quedo herido en el abdomen por una navaja que le metieron entre dos costillas, pero aún así apaleado, sacó a aquella bella chica del lugar, para que jamás volviera y vivieron juntos por dos años, pero al final no funcionó y ambos siguieron su camino.
Al pasar de los años conoció a Lucy, su actual esposa con la que hoy tiene tres hijos, no obstante, hablar de niños no es cómodo para el señor Antonio Ureche, puesto que aunque es feliz ahora, nunca olvida que debería tener 16 hijos y no solo cinco.
Y entonces con esos ojos opacos de tanto sufrir, comienza a decir lo que no debió pasar, después su mirada brilla, porque aquella lágrima que brota y no corre, y sus palabras se entrecortan cuando pronuncia aborto, y al recordar el momento comienza a llorar.
Luego se calma y dice: “Lucy casi no viene al parque conmigo, no puede ver a un niño porque le da nostalgia y si ve a una niña es peor porque se acuerda de las mellas que perdimos y se va en llanto”.
“Yo debería tener 16 hijos, pero mi sangre es muy fuerte porque es indígena y los médicos dicen que eso es lo que pasa, que el vientre de Lucy no aguantó la potencia porque le faltan hormonas”.
Suspira y sigue: “Yo sufrí mucho todo ese tiempo porque era uno atrás de otro, uno en el 87, uno en el 88, otro en el 90, otro en el 93 y uno después en el 97 y así sucesivamente aborto tras aborto, todos no deseados, y es que no es fácil perder a un hijo, ahora imagínese perder a 11”, concluyó.
Así, poco a poco a medida que pasaba el tiempo y salían más palabras el señor Antonio contaba más detalladamente su historia y se detenía a respirar, y se detenía a limpiar sus lagrimas y se detenía agachar la cabeza una y otra vez y continuaba.
Cuando se saben superar los obstáculos y se ganan las guerras
Antonio Ureche 
Desde 1985, Antonio Ureche Fuentes tomó su actual oficio: embolador. Desde esa misma época vive en Santa Marta, su actual hogar. Trasladándose de detrás del Banco de la Republica hacia el Parque Simón Bolívar todas las tardes huyéndole al sol.
Este peregrino de la vida que conoce más el país que el propio Juan Manuel Santos, es un luchador encarnizado, que le ha tocado vivir mil y una aventuras para poder ser quien es hoy: Un hombre que ha sacado a su familia adelante gracias a la lectura y el trabajo.
Un hombre que platica de medicina, leyes, astronomía y hasta culinaria, tan fluidamente como si hablaras con un especialista.
Un hombre que con su sabiduría popular y las enseñanzas que le ha dejado la universidad de la vida, ha llegado a ser un ejemplo, para todo aquel que quiera saber lo que es vivir.